23 de mayo de 2011

LA OBSERVADORA: EL ¡HOLA! DE ESTA SEMANA, 25 DE MAYO

Estamos en época de BBC (bautizos, bodas y comuniones) y eso se nota en el ¡Hola! de esta semana. En portada la boda del nieto de la duquesa de Alba y la boda de la hija de Rafael Peralta. En el interior, la comunión del hijo de Espartaco y Patricia Rato. ¡Vamos de evento en evento imitando estilismos! (o eliminándolos de nuestras retinas, que de todo hay…). Y, como nos gusta, el ¡Hola! se inicia con un reportaje de un casoplón. Hacía ya varias semanas que no nos deleitábamos con una estupenda casa como la de Magda Pozzo, que no sabemos quién es pero que si nos invita a pasar una temporadita en su palacete de Milán, ¡nos acoplamos sin pensárnoslo! En fin, que allá va como siempre, lo que hay que copiar y lo que no del ¡Hola! de esta semana:

Además de tener un palacete que quita el hipo, Magda Pozzo, una empresaria italiana que será muy conocida en la jet-set internacional pero que aquí es una desconocida para el gran público, tiene muy buen ojo para escoger estilistas. Los tres vestidos made in Italy que lleva en el reportaje son un acierto. Especialmente el último (pág. 13) un caftán vainilla y blanco, con escote en V bordado en pedrería oro mate, y mangas con trasparencia rematadas con el mismo bordado. Digno de ser copiado.
Nos gusta mucho Olivia Palermo (pág. 16) y a la redactora de ¡Hola! también. Con mini negra con topitos blancos, camiseta básica blanca de tirante ancho, cárdigan blanco, bolso y sandalias en camel, el resultado es un diez. Diferimos con la redactora en la opinión que nos merece la pulsera que lleva Olivia, estilo punk, con pinchos a lo collar de perro… No nos convence del todo aunque a la chica le queda bien (como casi todo).
Confirmamos que Pippa Middleton nos parece estilosa y que le da sopas con honda a su hermana en cuanto a gracia al escoger modelitos. En su estancia en Madrid ha dado ejemplo de ello (pág. 18-24). Eso sí, necesita arriesgar un poco más o acabará con el mismo estilo clasicón con un puntito cursi que tienen su madre y su hermana. Esos zapatos de punta redondeada con el vestidito blanco con topitos y volantes y el mega bag gris, son más propios de su familia que de ella. ¡No dejes que te confundan, Pippa, que ibas bien encaminada!
Patricia Rato no acaba de encontrar lo que mejor le va. Tan pronto nos sorprende  y brilla con un estilismo de Armani (en la inauguración del Thyssen de Málaga hace unas semanas) como se pone un vestido blanco con puntillas y encajes con una pechera que parece un babero y nos deja patidifusas. La idea del vestido era buena porque el blanco y las puntillas son tendencia, y el bolso acolchado de chanel en nude un acierto, pero…¡esa pechera babero  y esas sandalias retro no nos dejan ponerle una flecha verde! (pág. 26-28)
¿Exactamente por qué razón todas las mujeres de la familia Goyanes se vistieron de azul en la despedida de soltera de Carla Goyanes? Son ganas de no dejar que la futura novia brille en su propia fiesta. Y encima a la pobre Carla le ponen un mini-vestido saco azul turquesa de Jorge Vázquez que no potenciaba nada su tipazo (aunque el color era favorecedor y ella estaba muy guapa). Se equivocaron (pág. 30-31)
Mención especial, en la despedida de Carla, para Teresa Bacca Astolfi con un acertado outfit compuesto por americana negra recta , larga y de manga vuelta, mono azul topacio, clutch de chanel y sandalias negras con tacón rojo. ¡Guau! Nos encanta. (pág. 32).
En la fiesta de presentación de una agencia de viajes, la mayoría de celebrities invitadas se pusieron un toque animal print para no desentonar con el jeep y el decorado de sabana africana que pusieron de fondo. Pero, no podía ser de otra forma, entre todas ellas destacaba nuestra musa, siempre acertada, Naty Abascal. Con una sencilla camisa blanca de Etro, un pantalón recto también blanco y una espectacular cazadora corta sin cuello de Oscar de la Renta en colores fuego y estampado tribal, combinada con unos salones naranja (el color de la temporada), es que en la foto sólo se la ve a ella (aunque había cuatro personas más, pág. 35). No nos cansamos de admirarla.
Pues a la redactora le parecerá ideal y sabemos que a muchas de las lectoras de ¡Hola! también, pero lamentamos comunicar que nos parece francamente repollo el estilismo de nuestra Pe en Cannes (pág. 46). Su vestido lavanda de Marchesa, todo tul y pedrería, con unos tirantes con volantes, colita de tul y botoncitos y cremalleras por detrás era como un merengue de violetas gigante. Y del recogido ni hablamos: no se sabe si era coleta o era moño o era un híbrido de ambos. 
Debería aprender Pe de Sarah Jessica Parker que nos ha dejado mudas con su buen gusto. Su vestido multicolor de estampado floral con amplio vuelo en la falda de Elie Saab es para hacerle la ola. Y encima ella lo lleva con estilazo (pág. 50). También estupenda, y más a su edad, Jane Fonda con un vestido de Emilio Pucci en rosa palo con estratégicas aberturas cuajadas de strass a la altura del pecho y de la cintura. Impresionante (pág. 53)
Hacía mucho tiempo que no veíamos a Margarita Vargas y esperábamos comprobar si su mejora de estilo era real o un espejismo. Nos complace poder decir que es real.  La chica se fue al open de tenis de Madrid e hizo un mix de tendencias que podemos copiar todas: camisa blanca, jeans pitillo, chaleco negro, salones amarillo flúor y bolso Birkin negro. Sólo un pero: el trench azul marino quedaba raruno. Aún así, la flecha es verde (pág. 58).
Un bautizo: el del hijo de Amelia Bono y Manuel Martos. ¡Qué manía tienen todas las madres de ponerse de blanco en los bautizos y comuniones! En el caso de Amelia, el vestido asimétrico con hombro en volante, era bonito, pero ella no había tomado el sol y la verdad es que con su tono de piel rosado no estaba demasiado favorecida y no le hacía justicia. Las sandalias de plataforma en camel eran bonitas pero el chal ¿marrón chocolate? No pegaba ni con cola. La tenemos que suspender (pág. 62)
Y llegamos a la primera de las bodas: la del nieto de la duquesa de Alba con Asela. Asela, la semana pasada, ya dio muestras de su personalidad (y de su particular juicio estético) con una combinación imposible de colores. Y en su boda no iba a ser menos. El cuerpo bordado del vestido de Caprile le quedaba estrecho de mangas y de pecho y no le favorecía. La falda, de doble capa (de la segunda capa salía la cola), era demasiado voluminosa y recordaba a un montón de nata montada (pág. 66). Lo único destacable, la mantilla, preciosa. Porque el velo de tul tieso tampoco era para reseñarlo…
¿Alguien puede explicarnos porqué, en pleno mes de mayo y en Sevilla, Eugenia Martínez de Irujo fue a la boda de su sobrino con medias negras de más de 60 deniers? ¿Cómo se le ocurrió semejante idea? Y el caso es que el cuerpo y la falda nude con volantes y lazos era bonito, pero lo destrozó con las medias-leotardo (pág. 69)
Y ahora la segunda boda, la de la hija de Rafael Peralta. El vestido de Roberto Diz era estiloso hasta decir basta. Hay que decir que la novia es guapísima y tiene un tipazo, pero eso no le quita mérito al traje. Un vestido con cuerpo camisero y mangas ranglan de tul y una impresionante falda de tul que nacía desde la cadera después de un bordado de strass en plata. El broche-aderezo del pelo en forma de hojas, otro acierto. Así sí que nos gustan las novias (pág. 86-95).
Eso sí en la boda de los Peralta, algunas invitadas metieron la pata hasta el corvejón. Begoña Trapote con un fourreau cortísimo y de tirantes, no podía ir más embutida, ni parecer más ordinaria. Y Mª Jesús Ruiz, a pesar de que lo intentó, fue un despropósito con un vestido crema sobre el que le plantaron una gasa verde agua cruzando el pecho y más larga que el vestido y unas plumas de pollo en la cabeza con un clutch de otro verde que se daba de patadas con el verde de la gasa que le colgaba. Pobre chica (pág. 96). 
Que Laura Ponte tiene personalidad vistiendo, es un hecho. Pero hay cosas que no nos la tragamos ni en nombre de la más brillante de las personalidades. En la boda de Carmen Valiño, nuestra Laura iba de negro, con un espectacular fajín blanco y negro y su clásico moño bajo con raya en medio. Hasta ahí, bien. Pero lo de ponerse seis o siete pulseras “mano-dedo” de oro, intentando un estilo hindú y consiguiendo un estilo choni-complejo, no se puede resistir. Y con todo el dolor de nuestro corazón, la suspendemos (pág. 109)
Tenía que haberse fijado en Núria Fernández Tapias, que sí consiguió un estilo hindú la mar de glamouroso colocándose el chal de gasa nude (del mismo tono que su vestido) en el hombro, izquierdo, of course, y adornando la muñeca con brazaletes en oro. Muy acertado el conjunto (pág. 109)
Amanda Hearst no nos convence. Debe aprender muuuuucho de su futurible suegra, nuestra Naty. Esta chica, Amanda, tiene la manía de vestirse de caja de bombones con lazos, drapeados y raso brillante. Y de corto. Ni el vestido negro que se puso para el desfile ni el rojo del photocall eran de lo mejorcito de la colección de Rosa Clará. ¿Quién la asesoró? (pág. 114 y 118)
Al contrario que Ana Boyer, que en la presentación de Pronovias escogió un precioso vestido blanco de Pronovias, again. Asimétrico, última tendencia y de lo más favorecedora, con pliegues “efecto venda”, combinado con brazalete en blanco y oro y complementos en nude (pág. 118-120 y 123). Eso sí que es ser imagen de marca y no lo de Amanda.  
Y un último apunte: según Loewe, se llevan las mariposas estampadas en seda. No hay más que ver el reportaje de moda de la marca. Lo apuntamos (pág.124-126)

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